Cada 11 de febrero se celebra en la Iglesia Católica universal el día de la Virgen de Lourdes, en conmemoración de la primera aparición de la Madre de Dios a la joven francesa Bernadette Soubirous (Santa Bernardita) en 1858, en la cual María se presentó como “la Inmaculada Concepción”.
“Poco después de dos semanas, el 25 de marzo, la Mujer vestida de blanco volvió a aparecerse a Bernardita. Entonces, frente a la niña, levantó los ojos al cielo, juntó las manos en actitud orante y dijo: “Soy la Inmaculada Concepción”.
“Nuestra Señora de Lourdes” tiene una tradición arraigada de milagros atribuidos a su intercesión de sanaciones de problemas de salud y en favor de personas desahuciadas, por lo que es la patrona de los enfermos.
En las sucesivas apariciones a Bernardita, la Virgen le pidió penitencia, oración por los pecadores y rezó el rosario con ella además de expresarle su deseo de que en la gruta se erigiera una capilla, donde actualmente se encuentra el famoso Santuario de Lourdes.
Muchos consideran que la aparición de Nuestra Señora de Lourdes es un agradecimiento del cielo por el dogma de la Inmaculada Concepción y una exaltación de las virtudes de la pobreza y la humildad, encarnadas en la pequeña Bernardita. Definitivamente hay mucho de eso.
Asimismo, vale recordar que el mensaje de Lourdes es un llamado a aceptar la Cruz -puerta de vida eterna- en cada una de nuestras vidas. Las apariciones de la Virgen de Lourdes son una invitación amorosa a la oración, especialmente del Santo Rosario, así como a la penitencia; a realizar obras de misericordia y ayudar a los pecadores y enfermos.