Un mejor precio para el blanco mineral no metálico, nuevos mercados para este producto con Sello de Origen y mujeres que emprenden y se empoderan, deja el trabajo realizado por la Seremi de Minería junto a los salineros y salineras de Pichilemu y Paredones.
“Para nosotros es lo máximo, después de tantos años, tener nuestra Resolución Sanitaria; porque queremos cumplir todos los reglamentos, hacer las cosas bien. Por eso estamos agradecidos de las autoridades, de la Seremi de Minería y de su gente, que nos han apoyado y nos han dado las facilidades para alcanzar estos logros que nos abren nuevas puertas para vender nuestra sal de mar. Estamos felices”, así resume Luisa Gaete Ortiz, de la comuna de Pichilemu, su alegría por seguir avanzando -junto a su esposo, Gustavo Valenzuela- en el proceso de vender sal en otros mercados.
Sonríe y se emociona al recordar el camino recorrido “hace tres años atrás nadie nos visitaba, no se preocupaban, la sal costaba muy poco… y hoy, hemos recibido apoyo económico para implementar una sala de proceso para envasar y yodar la sal y estamos a punto de comenzar a venderla a las empresas para el almuerzo de los niños; cómo no vamos a estar agradecidos”, acota refiriéndose a la decisión de Junaeb de reemplazar la sal procesada por sal de mar en la alimentación escolar, lo que significa que las empresas proveedoras de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas, deberán adquirir sal de mar para cocinar.
Volver a cosechar
Unos kilómetros más allá, Sara Soto Urzúa, dueña de salinas, los cuarteles donde se produce la sal, acompaña a los funcionarios de la Seremi de Minería y de Enami a medir los metros de fuertes (pretiles) de las salinas que serán reparados con recursos del Programa de Capacitación y Transferencia Tecnológica para la Pequeña Minería Artesanal, Pamma, del Ministerio de Minería.
“Yo ahora voy a recuperar salinas que tenía abandonadas; con este apoyo haré los pretiles, las limpiaré y, luego, quiero ponerlas a trabajar, como antaño; así dejaré de comprar la sal de mar que vendo en mi kiosco, y podré producirla yo misma. Este es un buen aporte, así como los apoyos que nos han entregado antes; si uno lo ve en el valor del saco de sal, que ahora cuesta entre $15.000 y $20.000, y llegó a venderse a dos mil”, sostiene.
Proceso constante
Y es que como detalla la Seremi de Minería, Leonor Díaz Salas, este ha sido un proceso, una labor, que “tiene como protagonistas a todos quienes hemos trabajado para que este mineral no metálico, cuyos productores fueron Declarados Tesoros Humanos Vivos y que posee Sello de Origen, mejore su precio y tenga nuevos mercados; y para ello, en forma conjunta, como Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, y con los salineros y sus familias, hemos fomentado y mejorado esta actividad ancestral, que pasa de padres a hijos. Y lo hemos realizado entregando recursos, asistencia técnica y capacitación para que estos productores sigan progresando y creciendo”.
Y los resultados -continuó- se han traducido en “un mejor precio de la sal, que pasó de costar -cuando asumimos como Gobierno el 2014- $3.000 el saco, a los 18 a 20 mil, que vale hoy. A este hecho, se suman importantes medidas estatales como la decisión de Junaeb de incluir en el Plan Contra la Obesidad Estudiantil, la elaboración de las colaciones escolares con sal de mar, lo que permitirá mejorar la aceptación de la comida por parte de los estudiantes e incentivar la identidad regional. Y serán los salineros de la Región, quienes proveerán del blanco mineral a las empresas que prestan servicios de alimentación escolar”.
Y para hacerlo, detalla la autoridad regional, los salineros recibieron el apoyo estatal que les permitió “poder implementar -en Pichilemu- una Sala de Medición y Análisis del Yodado de la Sal, tal como lo establece la normativa sanitaria, que exige que contenga entre un 00.2 y 00.6% de yodo, cuando está destinada al consumo humano”.
Mujeres empoderadas por el blanco mineral
La extracción de la sal de mar ha sido una actividad, tradicionalmente, masculina, pero las mujeres se han ido ganando su espacio y hoy, se preparan para ser emprendedoras en la venta de la sal.
“Nosotras tenemos nuestros kioscos para vender la sal a los turistas, pero necesitábamos poder preparar nuevos productos con ella, y fuimos escuchadas”, así recuerda Sandra Cubillos Zúñiga, de la comuna de Pichilemu, el deseo de las mujeres de Cáhuil, Barrancas y la Villa de capacitarse.
Esta necesidad, era compartida por las mujeres de Lo Valdivia –en Paredones- y fue atendida por la Seremi de Minería de la Región de O’Higgins. Como recuerda, Leonor Díaz, “nos dimos a la tarea de apoyarlas y en conjunto con el Sence, a través del Programa Becas Laborales, actuamos como entidad requirente, y se han dictado cuatro cursos (dos el año 2016 y dos el 2017) que tienen por finalidad darle un valor agregado a la sal de mar, a través de la elaboración de distintos productos, con este mineral no metálico que se produce solo en Cardenal Caro”, especifica.
Así, el año 2016, detalla Sandra Cubillos, “aprendimos a fabricar sal gourmet y algunos productos cosméticos; y este año, profundizamos en los productos cosméticos, como jabones y sales, lo que implica que tendremos mucho más para ofrecer ahora que llega el verano”.
Por su parte, Celinda Leiva Fuenzalida, de Lo Valdivia, comuna de Paredones, acota que “el curso del año pasado y el de este año, han sido muy buenos, buenos los profesores, interesantes los cursos, porque seguimos aprendiendo, y porque ahora, la idea es emprender. Siempre he tenido ese sueño, de poder vender mis propios productos, y en este curso, nos enseñan sobre costos fijos, variables y ganancias”, y también conocerán sobre los fondos que el Estado tiene disponible para que postulen estas emprendedoras del blanco mineral de Paredones y Pichilemu.